Y qué mejor destino para tamaña empresa que el mítico Kandersteg, puerta de entrada al Oberland bernés y escenario de legendarias vías de escalada clásica en roca y hielo.
El refugio elegido es Underbärgli, terraza privilegiada sobre el Oeschinensee, pero no adelantemos acontecimientos..
Partimos en dirección a Kandersteg en patrulla con una Vito calmosa que no quiere pasar de 100 Km/h para ahorrar combustible. Sabio el amigo Alejandro y paciente su co-piloto, hermana de una, madrina de otro y tía de varios ;-)
Las vistas desde el parking del telecabina que sube a Oeschinen son prometedoras, aunque el cielo nublado es una incierta amenaza en el horizonte.
Descartamos el teleférico: el camino de subida al lago es muy recomendable, menos de 2 horas con los niños, 300 m de desnivel y vistas impresionantes al valle y a las cascadas que ignorando la estación estival surgen por doquier
La llegada al lago es una recompensa espectacular para este primer esfuerzo: situado a unos 1600 m de altitud, 1,5 km de largo por 1 km de ancho y rodeado en su mayor parte por un circo de caliza de unos 100 m de altura, agua azul turquesa y glaciares en lo alto. Probablemente uno de los lagos alpinos más espectaculares. Algunas instantáneas como muestra.
El paseo por la ribera del lago está decorado con esculturas en madera a cargo de KiK, la asociación cultural de Kandersteg. Se pueden alquilar kayaks para navegar por el lago, asi como disfrutar de una fondue en el turístico alpage que inevitablemente aparece en la entrada sur al lago. Esto es Suiza.
Una hora y otros 300 m nos plantan en el refugio de Underbärgli. La guardesa nos recibe con una cerveza que disfrutamos en la terraza con vistas al lago, antes de cenar. Qué mas se puede pedir?
Bueno, pues sí que se podía pedir algo más, como pronto descubriríamos durante la noche. Pero eso es un recuerdo que compartiremos con nuestros compañeros de habitación, la hornada de operarios de teleférico suizos graduados en 1997 que cada año celebran su título con una ruta por los alpes. Y como buenos comedores y bebedores, la noche fue larga..
Pero todo se acaba y la mañana siguiente nos recibió con cielo despejado y una vista aún más sugerente del lago y su entorno. Lástima que los glaciares no salen en las fotos, tomadas desde un móvil. Demasiado contraste de luz. Pero a ver quien carga por la Valens y una reflex. Y es que todo no se puede tener.
Algunos hasta se bañaron, y quizá tuvo sus consecuencias. Pero qué importa. Del baño sí nos acordaremos ;-)
En resumen, excursión muy recomendable y entorno espectacular. Habrá que volver a visitarlo, y en diferentes estaciones. La invernal promete!
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